top of page
Buscar

POR FAVOR, QUE LAS TAREAS NOS DEVUELVAN A NUESTRA HIJA

Señor Colegio

Queremos plantearle la siguiente preocupación. Resulta que estamos perdiendo a nuestra hija. Hace muchos días que no podemos hablar. Siempre la vemos tan ocupada y tan preocupada que preferimos dejar de lado los cumplidos del amor que nos tenemos los tres, para que pueda cumplir con usted. Pero ya no aguantamos, por eso le escribimos.

Resulta que hace un tiempo, quedarnos en la mesa después de comer, era todo un placer. Conversábamos de todo lo del día. Nuestra hija nos contaba que jugando se había raspado la rodilla, que con las amiguitas del curso había estado conversando de los compañeritos, que no le había gustado el arroz del almuerzo y que había aprendido el estilo mariposa en clase de natación…

A su vez nosotros le contábamos de nuestros trabajos y reuniones, y terminábamos ensartando recuerdos de nuestras infancias, de nuestras travesuras, de nuestros noviazgos adolescentes, de la escuela… Historias que por cierto le encantaban.

Otros días veíamos una película o salíamos a un concierto; íbamos a una cafetería o a una librería o simplemente caminábamos. Y cuando no salíamos a algún lado, jugábamos los tres, nos besábamos y nos hacíamos cosquillas, o nos poníamos a bailar.

También hacíamos las tareas juntos. Eran poquitas y no eran diarias, por eso nos quedaba tiempo para lo demás.

Pero desde hace un tiempo, todo esto tan lindo y que disfrutábamos tanto, ha cambiado. Y no es porque nuestra hija, ahora adolescente, ya no quiera estar con nosotros. Tampoco es cosa nuestra, ya que los padres no dejamos de tener en el alma la edad de los hijos. Así crecemos juntos. Tampoco es por muestro trabajo, porque siempre hemos luchado por el derecho a disfrutarnos. No es la televisión, porque los tres hemos decidido que ella no sea el centro de nuestras atenciones.

Desde hace un tiempo hemos empezado a tener discusiones incómodas con nuestra hija. Hemos empezado a presionarla como antes no lo hacíamos. Y todo por las tareas. Por esas montañas de tareas que le dejan cada día, para cada fin de semana y para cada puente festivo…

A las 430 p.m., cuando llega del colegio, se sienta a hacer las tareas (y a veces, ya también nosotros contagiados, la llamamos por teléfono para decirle que por favor, se apure para que no la coja la noche...) Luego de comer, a seguir con las tareas. Nada de jugar, ni de conversar, ni de bailar o de salir a algún lado. ¡Que el colegio enseña que las tareas primero!

¡Y claro! ¡Las tareas no son solamente de nuestra hija! Eso lo sabe todo el mundo. Entonces, mientras ella investiga lo de ecología, nosotros le adelantamos pintando un croquis y revisando la ortografía de la tarea de Sociales...

O pasa que como nuestra hija no entendió bien lo de matemáticas, tratamos de explicarle con nuestro método, pero la cosa se complica que porque tiene que ser como lo explicó la profesora ¡Y con 30 ejercicios por hacer! Entonces viene la ansiedad de todos y la discusión porque en la lista de tareas faltan las 20 frases de Español, los dibujos de Inglés, el experimento de Ciencias, el dibujo de Artes, las láminas de Religión sobre lo hermoso de la unidad familiar, embetunar los zapatos, dejar listo el uniforme, arreglar la maleta, cepillarse los dientes y que ¡hija! ¡Despierta! ¡No te duermas sobre los cuadernos que ya vas a acabar! Así llegan las 11.30 de la noche. Naturalmente nos acostamos cansados y con rabia...

¡Qué día el de nuestra hija! Desde las 6 am (o antes si alguna tarea quedó pendiente), y hasta las 11.30 pm nuestra hija en función del colegio. ¡¡ 17 horas y media!!

Así van quedando en letra muerta sus enseñanzas, señor colegio, sobre los derechos a tener un papá y una mamá querendones, a jugar, descansar, reír, a disfrutar un helado, tener amiguitos, ir al parque, visitar a la abuelita…

¡Qué ironía! ¡El colegio engulléndose la vida del hogar! Ojala señor colegio entendiera que los padres y madres somos irremplazables, y que hoy día, muchos de nosotros queremos tener más tiempo con los hijos. Las consecuencias de los padres ausentes las estamos viviendo con dolor. No queremos que el país se siga desangrando porque la ternura tenga que quedarse atrapada en la teoría de los libros.

No queremos renunciar a nuestra hija y por eso no nos queremos resignar a tener de ella sólo los pedacitos de tiempo que le robamos a las tareas (¡Que terrible tener que recurrir al término robar para poder decir esta verdad, pero usted no nos deja otro camino!).

Señor colegio ¿Qué le parece si las tareas que deje para la casa sean “tareas” para el amor, la solidaridad, la risa, la cultura, el abrazo, la poesía, la música, el juego, la creatividad, la amistad…? Deje “tareas DE vida y permita que en el hogar nosotros podamos hacerlas posible.

Cordialmente,

Javier Omar y Amanda

Un papá y una mamá que no quieren ser desplazados por el colegio.

Bogotá, 2001.


39 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page